La perspectiva salutogénica vuelve los ojos y focaliza su mirada sobre las capacidades y recursos de las personas y sus entornos, hacia aquello que en diferentes circunstancias permiten a las personas funcionar de manera óptima.
La teroría salutogénica nació a partir de las investigaciones de Antonovsky sobre el estrés. Bajo la influencia de los estresores podemos sucumbir en una dirección patogénica, o bien, poniendo en juego nuestros recursos y capacidades, dirigir nuestros pasos en una dirección salutogénica.
Figura de 1. Lindström B, Eriksson M. Guía del autoestopista salutogénico. Camino salutogénico hacia la promoción de la salud. Documenta Universitaria; 2010.
La perspectiva salutogénica es aquella que nos focaliza sobre los recursos, condiciones y factores que permiten que nos movamos en la dirección de la salud en las diferentes circunstancias de la vida. La focalización en lo que funciona se puede aplicar en cualquier situación o estado de salud de la persona, tanto en el tratamiento de una enfermedad, una dificultad o cuando la persona se desarrolla en el río de la vida en una plenitud de facultades.
El sentido de coherencia en la perspectiva salutogénica de promoción de la salud se define como «una orientación global que expresa hasta qué punto se tiene la sensación de seguridad dominante y duradera, aunque dinámica, de que 1. los estímulos provenientes de nuestro entorno interno y externo en el curso de la vida están estructurados, son predecibles y manejables; 2. los recursos están disponibles para afrontar las demandas que exigen estos estímulos; y 3. estas demandas son desafíos que merecen la energía y compromiso invertidos»
Lindström B, Eriksson M. Guía del autoestopista salutogénico. Camino salutogénico hacia la promoción de la salud. Documenta Universitaria; 2010.
Es una forma de pensar, de ser y de ponerse en acción y proporciona una dirección a la vida. En psicología se ha venido produciendo desarrollos conceptuales que nos ponen en una dirección coherente con el punto de vista salutogénico: especialmente las aportaciones de la psicología positiva con el estudio de las fortalezas personales, el papel de las emociones positivas y las experiencias óptimas, pero también de los vínculos y la relacionalidad positiva.
Así mismo, desde la psicología contextual el valor de que estemos orientados y abiertos a las contingencias del presente, y el compromiso con nuestros valores y las acciones que permiten movernos en la dirección de esos valores.
Así mismo, las técnicas de intervención favorecedores de procesos de cambio basados en la comunicación positiva y colaborativa propios de la entrevista motivacional y la entrevista focalizada en las soluciones que se centran en la persona y la reconocen como portadora de recursos y expertos en lo que es mejor para su vida.
Todas estas habilidades permiten a los profesionales de la salud actuar de acuerdo a los planteamientos de la perspectiva salutogénica en diferentes contextos de intervención ya sean de consulta individual, de grupo, o en contextos comunitarios u organizacionales.